miércoles, 23 de octubre de 2013

Polírica: La esperanza es el sueño del hombre despierto.

Polírica
                                                                          La esperanza es el sueño del hombre despierto
                                                                                                                                            Aristóteles.

Hace algunos días se emprendió una consulta en la que Movimiento Ciudadano ponía en la mesa el tema de la colocación de parquímetros en el centro histórico de la ciudad de Morelia. Muchas fueron las opiniones, algunas a favor (las menos) y muchas otras en contra; los argumentos: la gente está cansada de “la pura robadera”, escuché, está cansada de la indiferencia de los gobernantes que toman decisiones como si estuvieran manejando una empresa privada y los ciudadanos fuéramos sus empleados, el aumento de impuestos lo equiparan a su recorte de personal y la gente sigue pagando los platos rotos de unas políticas públicas que no consideran en absoluto las necesidades de los ciudadanos ni los motorizados ni los de a pié.

El tema de los parquímetros es solo la punta del iceberg, la gente en el municipio de Morelia está llegando a su límite, al que solo se acercan si les tocan el bolsillo. En los módulos de participación vi a ciudadanos encolerizados porque les cobrarían por el uso del espacio público, por estacionarse hasta afuera de su propia casa, porque aseguran que los delincuentes, que no han respetado ni las placas de monumentos históricos, se robarían los parquímetros, porque es demasiado dinero para algo que nadie pidió (con ese dinero bien podrían invertir en la creación de un transporte público apropiado para discapacitados, por decir un ejemplo), los ciudadanos sabemos que lo que necesita Morelia es arreglar los baches, que dejen de robar nuestros ediles; pero algo que me parece preciso rescatar, es que toda la gente que se acercó parecía saber qué es lo que debe hacerse, cualquiera es mejor administrador que nuestro alcalde: El señor de los gazpachos, la vendedora de globos, la esposa del franelero, el sentido común existe en esos ciudadanos honestos que trabajan cada día para llevar menos de lo necesario a casa.

En la consulta, que fue un ejercicio increíblemente democrático, escuché: “los políticos olvidan que la gente que trabaja en la calle también tiene familia”, me conmovió pensar que su única esperanza estaba depositada en aquellos  a quienes, votando o no, eligió y no la  representan. La mirada de esa gente era de desesperanza, veían en ese ejercicio una forma de reivindicación. Me decía un amigo: parece que el módulo es de quejas, y lo era, aunque lo equiparo más a un consultorio médico y para hablar en esos términos fue un excelente termómetro, en la consulta de Movimiento Ciudadano la gente iba a decir qué le dolía, solo que todos ya sabían que no les alcanzaba para comprar el remedio. Nada más desolador que el rostro de quien ha perdido la esperanza, pero nada más motivante que la voz de un sujeto o mujer que no ha perdido su capacidad de indignación y la manifiesta.

*Vania Montes, nació en Morelia Michoacán en 1982, ha escrito algunas reseñas sobre literatura y ha publicado una plaquette de poesía titulada “Paréntesis”, actualmente es delegada de la Fundación Cultura en Movimiento en Michoacán.



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