En la plaza, con un traje de
bordado impecable camina el jefe de una familia huichol, junto a él sus dos
mujeres arrastrando a uno, dos o tres hijos del brazo; me han dicho que entre
los huicholes la bigamia es una práctica común. Por sus bellísimos trajes
multicolores cualquiera pensaría que están de fiesta, pero sus atuendos solo
sirven para cubrir la piel curtida por horas y más horas de sol, de todo el día
ensartando tabaco o cortando frijol.
La semana pasada, la
Secretaria Nacional de Desarrollo Social, Rosario Robles, participó en una
reunión en Nayarit, tierra de Coras, Huicholes y Tepehuanos, donde dejó muy
claro que desconoce las reglas de operación del programa Oportunidades, que iba
a promover, y también que está absolutamente divorciada de la realidad, tanto
como algunas políticas públicas. En dicha reunión dijo que el programa Oportunidades no va a beneficiar a las que
tengan muchos hijos, porque había muchas mujeres en las comunidades
indígenas que solo tenían hijos para obtener recursos del programa; su tontería
desató la polémica y violentó a la Constitución mexicana en dos temas de un
jalón: discriminación en el artículo 1º y más claro aún, el 4º sobre la
cantidad de hijos que puede tener un mexicano.
Y es que no se trata de
promover una moral victoriana en la que deban tenerse los hijos que dios les
mande, sino de temas más elementales de formas de discurso y de Derechos Humanos,
o más simple aún: habla de algo que no se especifica en las reglas de operación,
donde solo citan como criterio de elegibilidad para ser beneficiario del
programa pertenecer a una familia “cuyo
ingreso mensual per cápita estimado es menor a la Línea de Bienestar Mínimo
(LBM)”.
Creo en la familia como el
mayor proyecto social, no promuevo la bigamia, ni la poligamia, ni siquiera la
monogamia, no promuevo familias de 10 hijos mal alimentados, estoy a favor de
políticas públicas que dejen de tratar a la mujer como objeto meramente
reproductor a merced de la figura masculina y que no se preocupan por
garantizar sus derechos humanos a la salud, a la información, a la educación,
acceso a métodos de anticoncepción, de justicia, etc. Debemos seguir cambiando
la mentalidad por una más sana, más tolerante,
más encaminada a la dignidad social y debemos ser progresistas también en
temas como ese: hay que planificar a la familia, sin duda, pero el problema es
más complejo y no se resuelve con una imposición.
Ahora que se celebra el día
de las madres en todas partes, en todas partes hay que decir que queremos más
madres de familia por convicción, queremos más hijos amados y deseados para
componer a este país que todavía tiene remedio, pero también necesitamos que
esas madres sean mujeres cada vez más preparadas para serlo, más informadas, más
conscientes de sus opciones, no niñas de 12 y 13 años, no queremos madres de
familia abusadas, víctimas, necesitamos luchar por mayores libertades sociales,
porque si la medida que mencionó Rosario adquiere vigencia como política
pública, entonces seguramente aumentará la mortandad por abortos clandestinos y
luego las van a culpar de lastimar sus cuerpos para no perder la dádiva del
gobierno que solo sirve para mal alimentar a sus exactamente tres hijos
aprobados por el sistema.
Ya Rosario se disculpó,
habló de que fue un mal entendido, pero qué más da, ya lo dijo nuestro
presidente de la república en repetidas ocasiones: “No te preocupes Rosario”.
*Vania Montes, nació en
Morelia Michoacán en 1982, ha escrito algunas reseñas sobre literatura y ha
publicado una plaquette de poesía titulada “Paréntesis”, actualmente es
delegada de la Fundación Cultura en Movimiento en Michoacán.
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